Ayer, mientras esperábamos en el Parque de Santa Elena que empezara la marcha para la manifestación contra la corrupción, pasó algo curioso. Hablábamos en grupo y en medio de nosotros cayó una de las semillas de la ceiba que hay en el parque. La recogí con curiosidad y le quité el algodón que la rodea y que sirve para que el viento la transporte lejos. La observé y me sorprendió cómo de algo tan pequeño (unos 5 mm de diámetro) puede surgir algo tan inmenso como una ceiba.
No sé por qué vi algo simbólico en esa semilla con relación a la situación que estamos viviendo en Guatemala, donde muchos ciudadanos estamos así, con una semilla de ceiba en la mano, esa semilla es un gran poder.
Empezó la marcha contra la corrupción y guardé la semilla en la bolsa de mi pantalón para traerla a casa y hacerla germinar.
Hoy por la mañana decidí hacer una foto de la semilla y les pedí a mis sobrinos Daniel (de 5 años) y Christian (de 3 años) que me ayudaran poniéndosela en la mano para la foto. No faltó la pregunta de qué era ese bultito oscuro que estaban viendo, por lo que les expliqué que era una semilla y que de ahí iba a salir un árbol muy grande, incluso les mostré una ceiba de las que sembré el año pasado para qué supieran qué clase de árbol era. Christian tomó la semilla y la colocó en la palma de su mano derecha y así surgió la foto que ven.
Pero la historia no termina ahí; ya había hecho la foto y nos dirigimos hacia una maceta donde depositaríamos la semilla para que germinara, pero cuando le pedí a Christian que la depositara en la maceta, me dijo que no y vi que se había encariñado con la semilla, entonces le pregunté por qué no quería y me dijo: "porque la amo", mientras la apretaba contra su pecho. Yo no me esperaba esa respuesta y me dejó un instante pensando. Momentos después le expliqué que si no la depositábamos en la tierra no nacería ese gran árbol que estaba dentro de ella, entonces abrió su mano y la dejó caer sobre la tierra. Después la cubrimos y la regamos. Lo demás, es cuestión de tiempo.
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