Feliz Día del Maestro

Muchas cosas olvidarán tus estudiantes, muchas otras no.

Recordarán cuando entrabas al salón con gran entusiasmo, pasión y buen humor a compartir lo que sabías y a aprender lo que tus estudiantes tenían para enseñar.

Recordarán que te emocionaba pensar que en el salón de clases tenías a personas que harían grandes beneficios a su comunidad o la Humanidad y que tú les servirías de plataforma a ellos para lograrlo.

Recordarán ese tiempo extra, esos días que debiste descansar y no lo hiciste, para dedicárselo a ellos.

No olvidarán cuando cambiaste tu manera de enseñar varias veces, porque sólo lo estabas haciendo bien y bien no era suficiente.

Tampoco olvidarán cuando dijiste: "me equivoqué" después del debate, al darte cuenta de que estabas errado.

Ni olvidarán que no exigías el alumno perfecto, sabiendo que tu tampoco eras el maestro perfecto y que sólo quedaba caminar y crecer juntos.

Recordarán tu actuar digno delante del poderoso a cuyo alrededor las personas actuaban servilmente y que tu no te doblegaste; que aquel poderoso tuvo que ceder ante ti por la imposibilidad de torcerte en tu lucha por algo correcto, justo o bueno.

Claro que recordarán; recordarán que en tu salón de clases se quebraran las desigualdades que imperaban allá afuera. Y recordarán cuando pusiste a servir a los demás a aquel que estaba acostumbrado a agredir a sus compañeros y que sirviendo descubrió otra manera de relacionarse; de sentirse valorado y útil a los demás; algo que no aprendió en casa.

Recordarán que les inspiraste a desarrollar sus talentos y a ponerlos al servicio de su comunidad; eso hacen los grandes seres humanos.

Y tú, si, tú también recodarás. Cuando tu vista esté ya cansada, tu pelo canoso y haya arrugas en tus manos; recordarás que haber estado al frente de aquellos estudiantes, no era un trabajo, sino un honor.

Feliz Día a aquellos maestros que entregan el alma en el salón de clases, pues menos que eso, es impartir una mala clase.