jueves, 1 de diciembre de 2016

El premio del maestro


Ayer limpiaba frijoles para cocer. Mis pequeños sobrinos, Daniel y Christian se acercaron y me dijeron que querían ayudar. Momentos después los tres limpiábamos frijoles... ¿mira éste?, si, lo apartamos, no está bueno... ¿y éste?, es sólo el color pero está bueno, dejémoslo... ¿éste está bueno?, no, apartémoslo... ¿y éste?... Contesté muchas preguntas limpiando frijoles :D. Al finalizar los lavamos, Daniel me ayudó con eso, porque Christian no alcanzaba por lo alto de la pila.

El recipiente de la sal no tenía suficiente así que fui a conseguir, mientras ellos muy emocionados esperaban. Al regresar con la sal le enseñe a Daniel - que tiene las manos más fuertes por ser el mayor - cómo abrir la bolsa, llenamos el recipiente y les enseñé la medida con una pequeña cuchara; echamos la sal, luego limpiamos los ajos y los echamos - les expliqué la diferencia entre una cabeza y un diente - y por último agregamos la cebolla. Tapé la olla de presión y de ahí ya sólo quedaba la cocción, pero yo me encargaría de eso.

Luego querían comer mandarinas. Se me ocurrió enseñarles a pelar una mandarina; cada cosa tiene su técnica; ellos muy emocionados, pero el desayuno estaba servido, así que interrumpimos la clase e hicimos el trato que si ellos se terminaban la comida; les enseñaría cómo pelar una mandarina.

Terminado el desayuno, con las mandarinas lavadas y ya en mano; empezó la clase, "la sostienen con una mano, luego con su dedo pulgar, insertan la punta del dedo encima, hasta romper la cáscara..." les dije - me preocupaba que Christian no pudiera por faltarle fuerza en el dedo, pero sí pudo para alegría de él y de todos, así que seguimos con la otra parte - "ahora que la cáscara ya está rota váyanla jalando y le van quitando pedazos"; así lo hicieron con buenos resultados hasta que terminaron de pelar toda la mandarina. A Christian se le caía un poco del jugo por la fuerza que le hacía a la mandarina, por lo que le traje un plato hondo, aunque, una vez pelada, la destripó en el plato hondo y Daniel decidió comérsela a gajos.

Unas semillas estaban sobre la superficie del desayunador y no pude resistir la tentación de hacerle una broma a Christian que estaba emocionado destripando su mandarina, mientras Daniel andaba buscando un libro sobre dinosaurios que quería mostrarme. Tomé una de las semillas y, viendo hacia otra parte, se la lancé en la cabeza jajajajaja, sabía que, a diferencia de los adultos, a los niños les encantan esas cosas. Por supuesto, obtuve la respuesta que deseaba, una semilla se estrelló en mi pecho, mientras Christian se reía, busqué otra semilla y así empezó la Segunda Guerra Mundial con semillas jajajaja

Daniel regresó con el libro de dinosaurios y me mostró varios, de paso me sirvió para recordar sobre algunos que había leído de niño. Pero bueno, también el desayunador había quedado sucio, así que fui a traer dos trapos para que los dos ayudaran a limpiar el desastre. Limpiamos el desayunador entre los tres y di por concluida la clase y en ese momento, pasó algo que es por lo que escribí esta nota, Daniel dijo: "Rony eres un buen enseñador" y he de confesar que esa frase me tomó por sorpresa y me llenó la mañana, porque ese es el premio del maestro, cuando uno de tus estudiantes, en un acto de sinceridad, te agradece o reconoce el buen trabajo que has hecho, eso te llena y te motiva a seguir dedicando tiempo a la enseñanza.

Dedicado a mis amigos maestros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario