El espíritu de La Libertad
Y ahí, de nuevo, la pradera florecía y aquel caballo salvaje sentía latir la libertad en su pecho, los músculos de sus patas se tensaban, era entonces cuando se abalanzaba con fuerza hacia aquel paraíso que tenía enfrente. Y mientras corría libre entre las flores, el viento jugueteaba con su larga crin y la infinidad de colores de aquel entorno se reflejaban en sus ojos, así sucedía y la gente empezó a decir que aquel caballo salvaje era el espíritu de La Libertad...
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