lunes, 7 de noviembre de 2011

Un toque de comedia en nuestras vidas.

Hay veces que te cuentan chistes tan malos que uno piensa que se trata de una venganza. 

En los velorios siempre hay un grupito que parece que está celebrando que el cuate entregó los tenis y hay que darles café con pan también, porque si no, reclaman. 

O los chistes de temas demasiado quemados, como los de suegras, que son particularmente ofensivos para quienes se llevan mejor con la suegra que con la esposa, que son el 67.45367 % de los hombres. 

No falta en la fiesta quienes no saben contar chistes; terminas riéndote como muestra de apoyo. Tampoco falta el que tiene buena fama de contador de chistes, que ni ha empezado y la gente ya se está riendo. Y lo mejor, cuando el grupo está al toque, que puedes decir "Aguacate" y todos se mueren de la risa. No es raro que alguien no entienda el chiste y se ríe con cara de no convencido, o cuando nadie entiende ¿Qué quisiste decir?, la pregunta, y todos prestan atención, mientras el que contó el chiste lo explica como si fuera un problema de mate.

Es difícil que una fiesta se quede sin una ronda de "peladas" o "bajadas de cuero" donde se empiezan a contar cosas vergonzosas de cada uno de los miembros del grupo, te puedes reír bastante escuchando las anéctodas cómicas de los demás, pero te empiezas a preocupar cuando te das cuenta que se acerca tu turno.

El que se ríe solo es un caso especial y el que no para de reirse termina por hacerte reír aunque no quieras. Y el que se ríe chistoso, lo esperas a que se ría.

En fín, nunca falta un poco de comedia en nuestras vidas en sociedad.

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